Por una parte, una mujer fuerte, una lavadora, un lugar árido, lejano, aislado y una colada que no se acaba nunca. Y por otra parte, un hombre a la deriva, alguien que nunca ha puesto una colada porque ni siquiera sabe que su ropa no anda muy limpia. Un espacio y un encuentro apasionado, efímero, conflictivo y, sin embargo, eternamente humano.