Una piedra. Una piedra y una encrucijada de caminos. De la piedra sale la voz de un autor teatral, un demiurgo que nos sitúa en un páramo aragonés. Este dramaturgo nos avisa de la entrada a escena de un actor. Éste tarda en salir puesto que tiene pánico a la escena. Cuando finalmente lo hace, descubrimos que el autor y el actor que están en escena son la misma persona, que a su vez es el dramaturgo real de la pieza. Más adelante, la voz cambia y Paco Zarzoso dialoga con el fantasma de otro Paco Zarzoso: su padre.
Así empieza la que seguramente sea la obra más rompedora de Paco Zarzoso. El propio Zarzoso interpretándose a sí mismo y a la vez a otros dos personajes con modalidades interpretativas muy distintas (desde movimiento escénico torpe hasta el diálogo realista con una piedra que es en realidad su padre muerto).